Comencé por olvidar nombres propios, grupos de música, actores y artistas. No me preocupó mucho, pensé que sería un problema temporal que desaparecería pronto. Después llegó una fase socialmente inaceptable: las fechas, cumpleaños, citas y planes se fueron borrando de mi base de datos mental. "Claro!", pensaba mientras perdía amistades, "es que en esta vida he tomado muchas drogas". Luego llegó lo peor: el "qué estaba yo diciendo?", "qué estoy buscando?", "dónde he dejado las llaves que tenía en la mano hace un segundo?" y en general un montón de situaciones en las que me quedaba en blanco, sin una pista que me ayudase a retomar mi línea de acción. Mi memoria a corto plazo ha desaparecido, y justo cuando empezaba a considerar una senilitud prematura, ví la luz.
Tengo una
teoría. Una teoría disparatada y enferma, corrupta y dolorosa, pero al fín y al cabo una teoría. En este caótico mundo de ideas revueltas en el que nada tiene sentido más allá del hecho de que la tecnología avanza tan rápido que pronto se mirarán al espejo para descubrir que han sido suplantados por un robot y viven en un mundo virtual construído a base de píxeles juguetones, una teoría es importante. Y yo tengo una.
Necesito un culpable. No me puedo quedar sentada, con los brazos cruzados viendo cómo mi memoria me abandona para siempre sin que yo encuentre algo que condenar. Las drogas fueron un buen comienzo, pero sacrificarlas en favor de una memoria sana es descompensado. No, por ese camino no llegamos a ningún sitio. Utilicé mis últimos atisbos de salubridad cerebral para llegar a los orígenes de mi síndrome, cuándo noté los primeros síntomas, dónde me hallaba, qué cambios han podido afectar a mis neuronas. Pues bien, allá vá: Decía
Sor Natividad, mi profesora de matemáticas de EGB (agria y con bigote), que el cerebro es un músculo más y si no se ejercita, se deteriora; o como dicen por estas tierras, siempre amigos de una buena rima: "
if you don't use it, you loose it". Cierto es que desde que tengo internet he dejado de esforzarme por recordar nada, en cuanto tengo una duda sobre algo o no recuerdo el nombre de un músico o un productor, hago una búsqueda en Google. Y esta es la raiz del problema y el culpable de mis males:
Google.
Google nos ha hecho cómodos y vagos, hemos dejado de acudir a los libros, hemos tirado la toalla en pro de un teclado y un par de giros de ratón, nos regimos según la ley del mínimo esfuerzo, ya no sudamos mentalmente, sólo nos aproximamos al ordenador más cercano.
Mi teoría no se acaba aquí, no es una de esas teorías que se contenta con encontrar la razón, sino que vá más allá, profundiza en la verdad y se respalda con la metodología empírica: La amputación de un órgano tan valioso como la memoria no puede ser un fenómeno casual fruto de nuestra naturaleza perezosa: Alguien se está aprovechando de esta debilidad para robarnos lo único que es nuestro, lo que nos constituye como seres civilizados y coherentes. Y ese alguien no puede ser otro más que los
extraterrestres. Google forma parte de un complot cósmico para acabar con la raza humana con el único objetivo de borrar la marca de lo que somos y de lo que hemos sido.
Pronto olvidaremos nuestros nombres, nuestras direcciones y nuestro pasado, olvidaremos quién y qué somos, a qué nos dedicamos y deambularemos perdidos en un entorno atrofiado, que ya no significará nada porque no sabremos manipularlo, veremos lo que hemos creado, coches, aviones, microondas y televisiones pero se nos habrá olvidado para qué sirven, y acudiremos a Google como almas en pena buscando respuestas. Con Google liderando la invasión alienígena, seremos reducidos a un estado en el que será muy fácil dominarnos y abducirnos.
Es posible que esta hipótesis suene descabellada y enloquecida, pero si los cienciólogos son capaces de crear una superpotencia con ideas basadas en almas marcianas atrapadas, o los cristianos con génesis sobre serpientes que hablan y manzanas envenenadas, entonces exijo que mi teoría sea tomada en serio.
O quizá es que he tomado demasiadas drogas en esta vida.
Labels: Ego, Superyo, Yo