Wednesday, February 25, 2009

Dynasty - I don't want to be a freak

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Tuesday, February 24, 2009

Grauzone - Traume Mit Mir


Mi hermana llegaba tarde todos los fines de semana y discutía con mis padres. Su defensa era que no volvía a la hora porque se lo estaba pasando bien. Yo entonces, 11 años menor que ella, me imaginaba unas fiestas salvajes llenas de diviersión, una diversión para la que yo tendría que esperar unos años.
Pero estaban las cintas. Ella siempre sacaba cintas negras y pesadas del bolso, llenas de una música que no se escuchaba en la radio ni en la tele. Unos sonidos diferentes que se convirtieron en el único nexo de unión entre mi y esas fiestas psicodélicas que yo me imaginaba. Y mientras ella discutía con mis padres, yo me escondía en mi habitación con una nueva cinta y escuchaba cosas como esta:

Grauzone - Traume Mit Mir (1982)

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Monday, February 23, 2009

Desnudos de terror

El FrightFest londinense se hizo un hueco en el mercado del terror escocés hace ya un par de años durante el Festival de Cine de Glasgow. Trajeados y afeitados, los organizadores emprenden su viaje al norte con sus promesas de camisetas y posters y cargados con una colección de títulos sólidos y de estreno. Producciones oportunistas que a vistas de la popularidad del terror, ofrecen un género sano y aceptable, de los que se puede presentar hasta en las bodas de las mejores familias. Unas películas que puedes ver con tus padres sin sentirte incómodo. Y eso, queridos amantes del terror, es un error. El panorama del miedo está, como la economía, en crisis y lo sé porque durante dos días de género, el único desnudo que he visto ha sido el de una zombie tras ser violada (Deadgirl, Marcel Sarmiento).
Si un día el terror fue el género subversivo de minorías dispuestas a pasar una hora y media disfrutando con sangre y desnudos, el mundo de hoy distribuye comedias con vampiros, fantasmas que aún no han nacido y chicas vírgenes con vaqueros. Una tendencia que contrastada con la moda televisiva de striptease colectivos es cuanto menos sorprendente. Por un lado, películas de terror de chicas flacas Beverly Hills a las que no se les ve más allá del escote, y por otro programas como How to look good naked o simplemente Naked, orientados a la audiencia lectora de publicaciones como Heat, que disfruta viendo fotos de la celulitis de Lindsey Lohan.
Mientras el terror se reforma para acercarse al mainstream y apetecer a audiencias Dan Brown, producciones de sobremesa adoptan y revisten tolerancia de culos y tetas, siempre y cuando tengan la finalidad de la mejora de la seguridad personal. En pelotas si y solo si el objetivo es terapéutico y sirva para aumentar la seguridad personal de los desvestidos. Profesionales del gremio de la enfermería desnudos, gordos desnudos, adictos a las dietas desnudos, y todo un sinfín de personalidades que enseñan sus verguenzas a la cámara a cambio de un poco de aceptación, una aceptación que se empieza a vetar en el cine de terror, porque se interpreta como explotación. La conclusion es que si los pechos son redondeados y apetecibles no pueden ser enseñados, pero culos con sobrepeso pueden aparecer acompañando nuestros cafés de media tarde.
A pesar de esta ausencia de carne, el Frightfest brilló con la proyección de Grace (Paul Solet), un bonito cuento que ha confirmado mi rechazo al embarazo para siempre. También lo hizo con The Unborn, cuando Odette Yustman se paseaba por la pantalla con sus braguitas blancas de algodón.

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Wednesday, February 18, 2009

The Junior Christian Science Bible Lesson Show

En cualquier otro momento me hubiera reído, incluso gritado, quizá hasta hubiera llamado a algún amigo para contarle. Cuando descubro algo de esta magnitud, mi primer instinto es el de compratirlo, es como que no es un hallazgo hasta que no lo comparto. Es posible que le hubiera mandado el link a alguna amistad virtual con un comentario del tipo: “Alerta: Esto es lo más extraño que he visto en mi vida!” Por ultimo, le hubiera dedicado un post laugh out loudly.
Comentaría la ventriloquía cristiana de muñecos amateurs, que a pesar de parecer sacados de una guardería diseñada taxidermicamente por David Lynch, no dan tanto miedo como la gente de carne y hueso, personajes hechizados, envisionados por una fe tan fuerte que nacieron sin pecado original.
Pero mejor empiezo por el principio, el final ya está desvelado.
Me encuentro con unos clips de The Junior Christian Science Bible Lesson Show, un programa emitido por una television local de Los Angeles. El creador es David Liebe Unger Hart, un personaje fascinado por la didáctica y dios que durante 20 años ha proyectado sus pasiones en un programa enfermizo, como tuberculoso y perturbador. Hay cosas que envejecen mal. Otras, como esta, nacieron viejas como el cansino de Benjamin Button, pero con la diferencia de que no rejuvenecen y permanecen anticuadas, descoloridas como un mantel de casa de la abuela.
David afirma haber recibido varias visitas marcianas a lo largo de su vida, lo que ha conseguido armonizar junto a sus fuertes creencias cristianas para encontrarle un sentido a una vida en la que dios y aliens pasean de la mano en paraísos de fábula y muñecos de terror.
Los muñecos (Doug the Dog, un marciano, Chip the black Boy y Teddy Eddie) aconsejan sobre los peligros de las drogas, cantan canciones improvisadas moviendo la boca cuando no toca y expresan su devoción por cristo. Todo esto con la voz de David, una voz que maldice con solo escucharla, te atormenta y persigue hasta la eternidad.
Pero en lugar de la carcajada, tras ver The Junior Christian Science Bible Lesson Show me siento más cerca de la tragedia, del fallido anhelo de triunfo y fama. De la decadencia y la dolencia. Espero que en nombre del culto se le de su merecido reconocimiento, el del Ed Wood de la television. Esto en lugar de divertirme, me entristece.



Y hay más:

Una alemana rubia alerta de los peligros de las drogas, pero no sabemos en qué terminos, porque habla en alemán. Aquí.

El marciano canta ópera. Aquí.

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Monday, February 16, 2009

Calaveras

Damian Hirst era famoso hasta ahora por ser un bully, disecar animales y hacer trampas en subastas. Tres pecados que por reflejar perfectamente la sociedad de nuestros dias lo convierten en artista. Por un lado la necesaria controversia de reality show para entretener la moral de coleccionistas y aspirantes y por otro el temperamento avangoghado. Tan disparatado es su carácter que se le ocurren genialidades como la de la calavera de diamantes y creó en su laboratorio de oompa loompas, la obra de arte más cara del mundo.
Recientemente, Hirst cuenta con una razón más para la fama: con un inesperada pirueta, se ha transformado en el Ramoncín del mundo del arte y ha demandado a una adolescente que utiliza The Skull para un montaje.
Entre tanta mediocridad, es de agradecer la intervención de Billy Childish. Billy, fundador del movimiento de los stuckist, entre otros, ha lanzado una campaña contra la tirania artistica de Damian. Series de posters llamados "For the Love of Disruptive Strategies and Utopian Visions in Contemporary Art and Culture" junto con obras del artista reproducidas ilegalmente están disponibles en la web Red Rag to a Bull. Si como yo, son de los que odian al artista de la Brit generation, disfrutarán doblemente de ellos, el placer oscuro de la burla infantil... Damian podría dedicarse a disecar animales para museos de ciencia.

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Thursday, February 12, 2009

La edad

Esta semana he cumplido 32 años. Esta semana me he apuntado a un curso de yoga. Si bien a simple vista parecen dos eventos aislados, creo que están estrechamente relacionados y más que asustarme, me tranquiliza. Quiero pensar que me adentro en la mediana edad con madurez y consciencia de edad. Seré una anciana alcohólica, pero flexible. Un anciana que ante todo, va a evitar la incorporación de palabras usadas por las nuevas generaciones en su vocabulario habitual. Es un esfuerzo vano, que jamás funciona.
Recojo los tres instantes de mi vida que me llevan a reflexión.
El primero tiene qu ver con la practicante del barrio, Rosa, soltera y fumadora en cadena. Yo pensaba en el trauma oscuro que se ha de esconder en la persona que elige como profesión el castigo de los traseros de toda la vecindad. La miraba con sospecha. En realidad no me gustaba porque me hacía daño y lo más probable es que mi pánico a las inyecciones y vacunas venga de entonces. Ya en la adolescencia, la manía original fue reemplazada por la condolencia que los púberes proyectan hacia todo aquel que no es cool y cuando la veía en la terraza de algún bar exhalando humo me detenía a saludarla con una cruel semisonrisa. “Hola Pussy! Qué? Ya tienes novio?” Yo de seguido contestaba “No”, no tenía ningún interés en discutir mis asuntos sentimentales con ella. “Bueno, novio o amigo, que yo sé que ahora no lo llamais así”.
Un día lluvioso me la encontré en el bar de los billares con un aspecto espantoso, pálida y tosiendo constantemente. Me miró con los ojos vidriosos y repitió su habitual: “Ya tienes novio…?” Pero entonces se detuvo, como si hubiera dicho algo inadecuado y se excusó “Bueno… o… un Mogollón”
1. Mogollón.
La pobre mujer, debió de pensar que “mogollón” era la palabra mágica que te proporciona el cuño de ingreso en el grupo molón del universo guay juvenil. Un comodín, “mogollón” es la clave secreta que puedes colocar en cualquier lugar de la oración, asi que en lugar de novio, se tiene un mogollón, en lugar de un porro te fumas un mogollón y en lugar de maquillaje te embadurnas de mogollón.
Corrí a contarle la conversación a mi vecino Alberto con el que me llegué a pasar tardes hablando de Rosa y entonces nació una de las bromas más duraderas de la historia de mi vida: “Mogolloncito, qué haces?” era el saludo de conversaciones de teléfono, y “quieres ser mi mogollón?” era una mina de risas. La palabra llegó a formalizarse de tal modo que durante una temporada olvidé la palabra “Novio” y pensaba en términos mogollones. Incluso hablando con gente no familiarizada con el nuevo concepto, se me escapaba creando miradas de confusión. Porque claro, había gente con mogollón de mogollones… y en fín, infinitas combinaciones.
2. Cuajao.
En frente del instituto había una papelería de las de antes, con estanterías repletas de sobrecarpetas con mapas físicos de España. Los dueños eran una entrañable pareja viejuna que tardaba horas en servirte. El caso es que un día entré con mi compañero de clase Luis a comprar un boli. La señora anciana tardó siglos, y para cuando me entregó el cambio, Luis había salido de la tienda. “Es tu novio?” me preguntó (mala costumbre de emparejarte que hay en los barrios) “Nono” dije, lo que contestó: “Uy, pues bien podría, porque el mozo está bien “cuajao”.
Por último, un caso reciente. Ayer estaba trabajando en la sala de ordenadores cuando un profesor del cole entró a saludar. Brian viene a verme a menudo y siempre se las apaña para sacar en la conversación que está divorciado. Brian se tinta el pelo de negro y se lo está dejando crecer. Me preguntó por mis planes para Semana Santa para introducirse de pleno en los de este fin de semana. “Poca cosa, Brian”. “Y eso, no vas a salir?” “Nah” “No? Cómo es que una chica joven y guapa como tú se queda en casa? No? No vas a salir, no vas a ir….” Y aquí llegó el momento crítico. Yo creo que lo que quería preguntar era si no salgo a bailar. Pero el termino “bailar” (dancing) se le debió de antojar arcaico. Demodé. Así que lo más moderno que le vino a la cabeza fue…. “Boogying?”
3. Boogying.
Vaya que no está mal utilizar la palabra boogying siempre y cuando sea en el contexto adecuado.
Podemos concluir con que el error mayormente cometido es la malinterpretación de significados y el resultado es triste.
Pero disculpen, ahora tengo mi clase de pilates.

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