Thursday, May 28, 2009

Tócala otra vez, Sam

I hate how white people always try to take credit for something after they discover it. Like it wasn’t happening before they found out about it – which most times is always late, and they didn’t have nothing to do with it happening. Then, they try to take all the credit. […] That kind of dishonest shit makes me sick to my stomach. And when you speak out on it or don’t go along with this racist bullshit, then you become a radical, a black troublemaker. Then they try to cut you out of everything.
Miles Davis, Dorsey, 1997, p. 12


La figura del proxeneta de traje púrpura y sombrero de copa es un esteretipo común de la raza negra en el cine. Pero no es el único. Está también el del criminal callejero o el secundario cómico. Si bien recientemente y gracias al esfuerzo de ciertos actores y directores, la representación del afroamericano en el cine está cambiando, el camino hacia una igualdad es largo y lleno de obstáculos.
En el género musical, los actores negros siempre representan el secundario talentoso que canta o baila con un virtuosismo extraodinario. O si nos referimos al biopic de un músico blanco, en ese caso la figura del negro pasa a ser la del antagonista, personaje soberbio y arrogante que compite con el protagonista.

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El argumento es siempre el mismo: Tenemos al joven artista caucásico que intenta abrirse paso en la abarrotada escena musical. Para demostrar su talento, no es suficiente escuchar su pericia de interpretación, hay que contrastarla con la de otros músicos, y es entonces cuando interviene el músico negro. Es una aparición estereotipada condenada desde el principio, sabemos en cuanto lo vemos entrar en escena, que será ridiculizado. La única sorpresa va a ser el cómo.
Es una apropiación de género en la que los verdaderos innovadores en música son relegados al papel de reparto. Quizá sea porque la supremacia blanca no pueda aceptar que alguien sea mejor que ella, o quiza es una adquisición metafórica de algo que, como la música, apasiona y fascina. Así a simple vista, la explicación resulta bastante lógica e inocente, pero en mi opinion esconde no solo una tremenda expresión de poder sino una manipulación indecente de la Historia. Es una justificación rastrera a la ausencia de creaciones blancas.
Para demostrar esta teoría, cuatro ejemplos:

-La leyenda del pianista en el oceano (Giuseppe Tornatore, 1998) El personaje de 1900 posee una habilidad innata para tocar el piano. El virtuoso músico interpreta en su barco, de Puerto en puerto y su fama se extiende tanto que un día, el mismísimo Jelly Roll Morton lo reta en duelo de concierto. Al principio 1900 rechaza entrar en el juego, y adopta una postura no competitiva. Si fuera un partido de tenis, habría tirado todas las bolas fuera de pista a propósito. La razón es simplemente que no lo necesita, que está disfrutando tanto con la música del maestro que ganar o perder es algo secundario, él está por encima de toda competitividad. Hasta que la actitud sobervia del creador del jazz le saca de sus casillas y le da un repaso al piano que casi termina en llamas ante un público boquiabierto. Morton sale del barco humillado.

-Nueva Orleans (Arthur Lubin, 1947) Aqui tenemos la historia de una pobre ingenua cantante de ópera llamada Miralee Smith que un día descubre el jazz y se enamora de tal forma que decide cambiar el rumbo de su carrera para dedicarse a este género. Louis Armstrong, en su papel de malvado se encarga de recordarle que se encuentra en el entorno equivocado, y desde este momento, la película toma un carácter de supervivencia: Se transforma en una reflexion sobre el triunfo personal en un ambiente hostil. Billie Holiday tiene un cameo en la que sería su única incursion en el cine, como sirvienta de Miralee. Y la verdad que dá lástima, con su delantalito cantando con esa melancolía. Lo que queda claro a lo largo de la cinta es que la interpretación de la cantante blanca es superior a la de ésta. Es casi denigrante que a alguien se le haya ocurrido darle ese papel a un talento como el de Holiday, es una burla de mal gusto.

-Great ball of fire (Jim McBride, 1989) Ah, esa bella oda a la pedofilia y al incesto que es Gran bola de fuego. Era otra época, era otra época… No hace falta que narre el argumento, iré al grano: Hay una escena en que Jery Lee Lewis, algo mosca por telonear a Chuck Berry, comienza a tocar para una audiencia que no es suya, pero termina conquistando sus corazoncitos, sobre todo cuando se desmelena y le prende fuego al piano. Después, mira con desprecio a Berry que está plantado en el escenario con expression incrédula y dice algo asi como: “el público es todo tuyo”. Chuck Berry contra Jerry Lee Lewis? De veras es necesaria la comparación? Porque si lo fuera, este ultimo tendría todas las de perder, non?

-8 miles (Curtis Hanson, 2002) Bueno, bueno, aqui tenemos nada más y nada menos que al wiggar Eminem, un ser que nació con un color de piel que no le correspondía. Es un Michael Jackson pero a la inversa, es un madafackr wanna be black. Y como no puede, por falta de recursos o exceso de dignidad, pues los critica. Es como cuando de pequeña me peleaba con los chichos que me gustaban, si no van a ser míos, pues me meto con ellos. Y eso es lo que Eminem hace, los tacha de bullies, de matones. Pero al final, él es mejor rapper.
Y ya esta, tengo mas cosas que decir, pero estoy cansada de escribir y estoy enferma con una gripe viral horrosa. Me piro a la cama.

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Wednesday, May 27, 2009

A Silvio

De pequeña mi madre me decía que si un señor me ofrecía caramelos o gatitos a cambio de que lo acompañara, saliera corriendo a decírselo. Mi imaginación no estaba lo suficientemente corrupta como para valorar las consecuencias, o quizá mi inteligencia era tan limitada ni siquiera me cuestionaba el porqué del consejo de mi madre. Un temor paternal extendido, yo solo puedo imaginar, que tus descendientes sean raptados por un pervertido y sometidos a sus retorcidos caprichos. En esto reparaba yo esta mañana, cuando releía las últimas andanzas de ese enamorado de las carnes juveniles, amigo de la adolescente inocencia, ese ejemplo a la tercera edad que es Berlusconi. Silvio sufre delirios de emperador romano y cuando se mira al espejo por las mañanas se visualiza a sí mismo con una túnica y una corona de laurel, y así, con la barbilla en alto dice en tono afeminado: “Que me traigan todas las vírgenes de la Lombardía. Las tomaré todas antes del almuerzo.”
Ha de ser un estado mental. No es que le importe tres cojones la opinion pública. Es que sus tendencias caligurianas de poder son tales que se piensa por encima de ella. Su figura no se puede ver perjudicada porque ni siquiera tenemos derecho a opinar sobre lo divino, o sea, EL.
El caso es el siguiente, si yo llegara a mi casa esta noche, y le dijera a mi santa madre: “Mamá, te presento a mi nuevo novio” y de detrás de la puerta surgiera Silvio Berlusconi, la pobre mujer se iba a decepcionar mucho. Y seguro que pensaría que a este tipo de personajes se refería ella cuando hablaba de golosinas y gatitos.
Lo cierto es que si siempre hubiera seguido los consejos de mi madre no tendría ni la mitad de la experiencia que tengo hoy, pero no todo va a ser rebeldía contra la protección paterna. Y es una pena que los padres de Noemi Letizia, la modelo en su decimooctava primavera que le ha causado al Il Presidente el revuelo mediático que nos ocupa, no sean como los mios.

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Tuesday, May 12, 2009

Automat - Automat (1978)

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En 1977, el ingeniero italiano Mario Maggi terminaba de diseñar un sintetizador llamado MCS70, de tecnología monofónica, que tenía la peculiaridad de incorporar un triangulo partido. Este le proporcionaba al teclado un timbre diferente al resto de sintetizadores. Un timbre único.
Al enterarse de las noticias, el músico Romano Musumarra quiso sacarle partido a este descubrimiento y le propuso a EMI el proyecto de crear un álbum utilizando el nuevo instrumento. Siendo arriesgado, la discográgica sugirió la colaboración con Claudio Gizzi, un músico más experimentado y de formación clásica.
Reunidos en un estudio alquilado solo por dos semanas, comenzaron a trabajar. Maggi impuso la condición de que el MCS70 debía ser el único teclado utilizado, y ese se convirtió en el primero de muchos obstáculos de producción, limitada por la presión del tiempo y de unas nefastas relaciones personales. Tal fue la falta de entendimiento entre ambos que resultaron trabajando por su cuenta. Acordaron que cada uno se ocuparía de una cara del disco y regresaron, 15 días más tarde con 5 temas y medio. Mecadence, la última canción de la cara B, la de Musumarra, quedó incompleta.
Bajo el nombre de Automat, se lanzó un album que a mi me recuerda a tardes veraniegas de rockies frente a la tele, discutiendo con mi hermano sobre qué canal ver, la dos con el Tour de Francia o Antena 3 con El coche fantástico. una mezcla entre Tangerine Dream y Pierre Henry.
Del MCS70 se llegó a hacer un ejemplar. Los teclados polifónicos monopolizaron el mercado de los sintetizadores al poco del lanzamiento de este álbum. No podía haber llegado en un peor momento.
Los miembros de Automat no volvieron a trabajar jamás juntos de nuevo.

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Cara A (Claudio Gizzi):

01 - Automat
(The) Rise
(The) Advance
(The) Genus

Cara B (Romano Musumarra):

02 - Droid
03 - Ultraviolet
04 - Mecadence

Bajar aqui.

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Monday, May 11, 2009

Mo-dettes - White Mice

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Friday, May 08, 2009

El farsante

La noche del 24 de diciembre de 1888 dos de las figuras más importantes de la historia de la pintura discutían, después de consumir cantidades industriales de alcohol, sobre la validez de tomar la realidad como modelo en el proceso artístico pictórico. Van Gogh defendía esta postura mientras que Gauguin argumentaba que la imaginación es la fuente más pura. Esa fue la noche en que, según la documentación conservada, Van Gogh se cortó la oreja.
Dejo el detalle del motivo de la discusión entre ambos aquí, será después retomado para que la linea de narración de este pequeño post cobre sentido al final por su carácter cíclico.

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In our own time worlds have opened up which not everybody can see into, although they too are part of nature. Perhaps it's really true that only children, madmen and savages see into them’- Paul Klee

Klee no fue el primero en valorar el arte creado por enfermos mentales, de hecho fue el Romanticismo del siglo XIX el primer movimiento que encontraba en la irracionalidad y en el estado de la locura, el acceso a mundos secretos paralelos. Teoría después retomada por psiquiatras a principios de S XX, que como Prinzhorn establecieron una clara relación entre genio y locura. El suizo Hans Prinzhorn publicón en 1922 Artistry of the mentally ill, un pilar en la percepción de la locura cuya sombra llega hasta nuestros días. En él, se examinan las obras de pacientes ingresados en varios psiquiátricos para concluir que su desvinculación con toda realidad exterior, su libertad de formas, no contaminadas con convenciones sociales ni con previas tendencias pictóricas, las convierte en las más puras de la historia. Klee se tomó estos informes con maxima seriedad y en ellos están los cimientos del Art Brut. Así que se repasa la Historia, se retoman ciertas personalidades inestables y se les llama genios.

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No es la primera vez que comento en este blog mi aversión vangoghiana, un pintor sobrevalorado y engrandecido por esa necesidad humana hipócrita de redimirse y respaldar en el arte lo que se rechaza en el día a día, los reglones torcidos. Personas como Susan Boyle que si no fueran tan poco atractivas no tendrían ni una porción de la cobertura mediática que nos ayuda a tranquilizar nuestras consciencias en lo que concierne a nuestros valores ético-solidarios. Es por esta razón que tantos se oponen al embellecimiento de Susan y abogan por mantenerla alejada de peluquerías y esteticistas, la quieren pura, tal y como es, porque de otro modo no podrían sentirse bien por apoyar a alguien que es excepcinalmente feo. Con ello se le demuestra al mundo una ausencia total de prejuicios y la cualidad de no juzgar a nadie por su aspecto físico.
La sociedad necesita a Susan Boyle tanto como la Historia del Arte necesita a Van Gogh. Y la razón es su enajenación.
Pero, y si tras de toda esta creación de valores, resulta que fallamos en detectar la verdad? Y si, después de todo Van Gogh no estuviera loco? Y si fuera un farsante? Una investigación reciente publicada bajo el título In Van Gogh's Ear: Paul Gauguin and the Pact of Silence de los alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans se desafía la insanidad del artista. Basándose en documentos policiales de la época y en las declaraciones inconsistentes de Gauguin sobre lo que sucedió esa noche de Diciembre, concluyen que fue éste último el que accidentalemente le cortó la oreja a Van Gogh, que tras este incidente fue ingresado y se suicidó unos meses después. Es posible que el artista tuviera tendencias depresivas, pero no tan extremas como para llegar a la automutilación, según los autores.
Esto es como descubrir que Harvey Milk de hecho, era un hetero reprimido o que Malcolm X no era negro, sino que se coloreaba con canfort. Y Simone de Beauviour era en realidad, un hombre travestido. La escala del impacto es monumental y de confirmarse, el nombre de Van Gogh debería de aparecer junto al de otros tantos timadores como Thomas Chatterton, que al no poder soportar la culpa del fraude, se quitó la vida.
Y fíjense en el detalle: es de sabiduría popular que se cortó la oreja tras cuestionar el principal motivo sin el cual jamás hubiera alcanzado la fama mundial de la que goza. Esa noche estrellada formada por espirales es, según le recuerdo decir a la catedrática C. Gracia, el indicio de la condición maníaco depresiva del pintor (al parecer los que padecen esta enfermedad tienden a dibujar espirales o círculos concéntricos). Un cielo que se nos antoja fruto de la imaginación de un loco. Y a pesar de ésto, él seguía defendiendo la realidad como modelo. Pues si así fuera, querido Vicente, usted no sería más que un nido de termitas.

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Wednesday, May 06, 2009

Dead by Dawn, 2009

Mi padre, en su obsesión por ser puntual, se empeñaba en llegar al cine del barrio con horas de antelación a la programada. Como siempre íbamos a primera sesión, la sala ni siquiera había abierto y las persianas estaban bajadas, al igual que las de los comercios cercanos. Recuerdo los momentos hasta que la ventanilla subía el estor metálico como una espera eterna, con la impaciencia y el reproche a mi padre por hacernos llegar tan pronto. Una vez acomadada en la butaca, con la luz ténue y el murmullo quieto de la sala, se me olvidaba el tedio de la espera y cuando se apagaban las luces era cuando empezaba el momento mágico. Aún me entra un pequeño hormigueo cuando escucho la sintonía de Movierecord.
Pero hace años que el cine Tyris cerró para siempre, como después hizo el Serrano, el Artis, el Capitol y los Martí. Ahora hay que coger el coche y aparcar en una de las grandes superficies comerciales de las afueras. El cine ha salido del contexto de la vida cotidiana, para pasar a formar parte del consumismo concentrado y aséptico de los centros comerciales, alejándose de nuestra rutina diaria y reconocible, como mis madalenas favoritas, las del horno de la Gran Via.
Mi teoría es que en este translado de escenario fue donde se perdió la magia. La magia de la oscuridad del cine, del silencio, de las cortinas abriéndose a trompicones y de los títulos de crédito con música que tarda unos segundos en ajustarse. En cambio ahora, hay que utilizar escaleras metálicas y abrirse camino entre la masa de adolescents histérico hormonales y Burger Kings para poder disfrutar de una película interrumpida por el rugir del maquineto. Llámenme nostálgica, pero el cine ha perdido su encanto. Y la prueba está en que mi padre llega con el tiempo justo porque según dice, ahora con los anuncios dá igual que llegues tarde.
Es por esto que no puedo dejar de perderme Dead by Dawn. El modesto festival de cine de terror de Edimburgo es el único momento del año en que me siento en la oscuridad y siento que lo que voy a ver a continuación es algo realmente especial, una producción cono los medios disponibles, llena de entusiasmo, de ganas y de absoluto amor por el cine de género. Durante cuatro días me maltrato con comida basura, alcohol y malas posturas que me dejan la espalda baldada al menos una semana y aún así son mis cuatro días favoritos del año porque hago lo que más me gusta hacer, ver películas que intentan romper con las convenciones y desafiar fórmulas. Mis recomendaciones son inútiles, y mi juicio inválido porque en él influye mi disposición, y el hecho de que tras 20 películas las valoraciones imparciales son imposibles.
Aún asi, como una pequeña muestra de lo que fue, les dejo el corto de Luis Cook The Pearce Sisters. Mórbidamente bello.

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