If... - Lindsay Anderson

Al cine británico le ocurre lo mismo que a su gastronomía: No goza de muy buena salud. A pesar de contar con figuras muy relevantes en el desarrollo de la historia, la evolución de su Industria no es muy diferente al caso español, lleno de irregularidades y continuos nacimientos y muertes de productoras.
Durante una temporada larga me dediqué a buscar esos ejemplos que, como en el cine patrio, brillan como diamantes en medio de basura reciclada. Al margen de las comedias nacionales que se han convertido en el éxito de taquilla anual internacional, existen producciones que han conseguido que mi imagen del cine local cambie radicalmente, entre ellas, una ya comentada, Theatre of blood.
Durante esta semana me voy a dedicar a comentar estas películas poco o nada conocidas en España, sin intención de convencer a nadie, sólo porque me apetece.



"One man can change the world with a bullet in the right place." - Mick Travis.

Si If... (1968) se cita para algo es como antecedente a La naranja mecánica, en concreto al personaje Alex de Large. Cierto es que ésta fue la película que consiguió que Kubrick cayera rendido a los pies de Malcolm McDowell antes de ofrecerle el papel principal. O eso oí una vez.
Dirigida por Lindsay Anderson, del que ya hablaremos algo más a lo largo de estos días, la historia se sitúa en un estricto internado masculino en el que unos cuantos adolescentes rebeldes desafiarán las normas de un sistema obsoleto y conservador. Hasta aquí, nada que destaque por su originalidad.
Es en realidad un film antisistema, un análisis de la furia y del inconformismo, una bofetada a la jerarquía y una llamada a la rebelión liderada por mi gran actor fetiche McDowell en el papel de Mick Travis, que a pesar de contar con 25, pasa por un arrogante adolescente iracundo. Ante la pregunta de porqué se deja crecer bigote, Mick contesta: "Para esconder mis pecados", frase que no he conseguido olvidar desde que la escuché.
Me gusta también el retrato de la masculinidad, el temor a la homosexualidad, la amistad, las chicas y las armas, todo parte de un proceso de madurez reprimido por las reglas escolares que sólo puede acabar por los aires. El final es apoteósico, de liberación violenta, similar a esta pelea de felinos.