Expedientes trash del cine británico (5): Venom

Si aún queda un atisbo de compasión británica, garantizo su abolición hacia el final de esta reseña. Hay que castigarlos como pueblo que no saluda a sus vecinos cuando se cruza con ellos en las escaleras. Y luego hablan de educación.
En mi personal cruzada contra las más burdas producciones locales, me he topado con esta maravilla del mal gusto. Venom (Piers Haggard, 1982) prometia durante el periodo de pre-producción. Con vistas a ser dirigida por Tob Hooper, el genial director de fotografía Anthony B Richmond (Don’t look now, The man who fell to earth, Candyman), se habia comprometido verbalmente. Justo cuando los productores se frotaban las manos, el afamado director presenta sus excusas y desaparece por motivos familiares, y con él Richmond se hace el sueco. Seria interesante ver el guión adaptado por Hooper, pero para eso, solo nos queda la imaginación, lo único que sabemos es que el director escocés que se hizo cargo, Haggart (Blood on Satan’s Claw, The Quatermass conclusion, Pennies from Heaven, The fiendish plot of Fu Manchu), produjo un bodrio esdrújulo.
Argumento: Un niño pijo londinense es retenido en casa por unos maleantes que pretenden chantajear a sus adinerados padres. El proyecto se arruina cuando la serpiente que ha comprado el chiquillo como animal doméstico esa misma mañana resulta ser una depredadora en serie. Los tres vándalos resumen el prototipo de malhechor-torpón, al estilo Solo en casa. Klaus Kinski interpreta a uno de ellos y mantiene una escenita de sexo con su compañera en crímenes y amante a tiempo parcial de lo más calenturienta. Es justo decir que los momentos más aceptables del film son interpretados por él como pequeños placeres culpables.
El argumento básico es este y ocupa los 20 primeros minutos de la cinta, el resto se queda en agua de borrajas, con un fuerte regustillo conservador sobre la diferencia de clases: los secuestradores son pobres, depravados, no tienen clase alguna y son feos, sólo por eso merecen la muerte patética a manos de una serpiente exterminadora y nazi. Si no, secuestrarán a tus hijos. Yo de todos modos me quedo con la escena en que el chófer conduce el Rolls por un Londres que más parece Belfast un domingo por la mañana. A través de la ventanilla vemos como un obrero aporrea la cabeza de una joven, yeah, qué malos son los proletarios! Pero sin duda, lo peor de todo es el reptil de gomaespuma. La pelea entre Kinski y el animal en ralentí es peor que las luchas de Tarzán y el cocodrilo.
Si al menos mis vecinos dieran los buenos dias…