Tuesday, May 06, 2008

Mafia

A todos nos gustaría ser Michael Caine. Aunque solo fuera por un día, a quién no le tentaría lucir un traje chaqueta negro y relucientes zapatos del mismo color, conducir un deportivo oscuro y esconder una pistola en la guantera. Con una voz entre desprecio y falta de respeto por la vida, repetir: "My name is Jack Carter" y sonreir entre la complicidad y la convicción de saber algo que nadie más sabe.
La fascinación por los negocios turbios es tan británica como los brownies y el glamour del gangster que cuenta con dinero, poder y mujeres es un estereotipo que el cine isleño ha retratado generosamente. Desde Brighton Rock pasando por The Long Good Friday hasta Gangster No. 1, la figura del matón es algo más cruenta de lo que papá América le permitió a sus audiencias. Asesinos despiadados de punta en blanco son los modelos de una sociedad cuyos niveles más bajos alberga réplicas despojadas de la elegancia celulóidica. Lo que permanece en el poso esperando la lectura futura es el sadismo.
Las drogas y los artículos robados son el negocio accesible para todos los wannabe gangsters que emulan la vida de los ídolos de la pantalla. Lo primero es hacerse con un séquito de adolescentes que sueñan con ser parte de ese círculo criminal de acceso directo a una vida Scarface. Chicos que te harán los recados, y que serán más fieles cuanto peor trates. Jovencitos que mandar a Amsterdam a recoger una carga de éxtasis, que roben piezas de motos y bicis por poca comisión a los que hay que conservar en deuda constante, para que en situaciones límites no revelen tu nombre.

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Amistoso pero distante, hay que permanecer al día de las necesidades de la comunidad, porque sus carencias supenen tus futuros ingresos. Y mientras tu lista de contactos goce de buena salud, el sexo es coser y cantar. Tantas adicciones y tan pocos proveedores, se hace cualquier cosa por mantener el grifo abierto.
Mi vecino el de los perros está en libertad. Me lo encontré por casualidad en el portal, cargando cajas en un jeep y me presentó a su "nueva chati". Dijo que lo había dejado con Irene, que estaba harto y cuando le pregunté dónde se transladaba eludió la pregunta. Dos y dos son cuatro, y para haber salido de la cárcel habrá tenido que dar nombres. Nombres de gente del barrio, de vecinos que si lo ven de nuevo van a querer romperle el cuello. Así que el negocio ha pasado al piso de arriba, y Douggie, el desdentado que se encargaba de las listas de la compra parece controlar el negocio. Su labor anterior era conseguirte la comida de la semana por la mitad de lo que te cuesta en el super. Le das la lista y esa misma noche tienes las bolsas de artículos (robados) con un recibo a mano por el servicio. Me pregunto si cuando soñaba convertirse en mafioso se le ocurrió que tendría que pasar por tales tareas, el caso es que pronto me lo imagino diciendo aquello de Say hello to my little friend.

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4 Comments:

At 4:43 PM, Anonymous Anonymous said...

El desdentado lo está por consumo de alguna droga (legal y/o ilegal), ¿no? Si ej que... Del chota fijo que acabrás teniendo noticias vía páginas de sucesos, por mucho que se mude.

 
At 6:55 PM, Blogger Goio said...

Me ha recordado esto:

http://www.youtube.com/watch?v=wjL7FctOZ4U

Que digo yo que tendra usted un buen seguro de vida...

 
At 9:01 AM, Blogger el loco oficial said...

vaya! yo quiero vecinos así...

 
At 4:22 AM, Blogger Enrique Ortiz said...

No me negará, querida Pussy, que es extremadamente formal: esa entrega de recibo es de una de una honradez tremenda. Pídale a un fontanero que le de un recibo y verá :) Un beso, Pussy.

 

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