Ecociudades
Si Owen o Thomas Moore levantaran la cabeza para ver los planos de las nuevas ecociudades que el gobierno británico va a construir antes del 2020, volverían a aposentarse cómodamente en sus respectivos nichos, y con una sonrisa en sus labios darían las gracias por estar muertos. Los proyectos, que cuentan con el respaldo de los verdes, van a edificar en plena campiña inglesa, a las afueras de las ciudades industriales y sin conexión en la red nacional de trenes. Pero eso da igual, lo importante es que la emisión de carbono reposa sobre un intervalo neutral con paneles solares, windmills y filtros en las calefacciones. Una gran idea que aligerará el peso del bulímico Gordon Brown y anulará la responsabilidad de transformar las ciudades ya existentes en zonas de baja emisión. Pero eso da igual, porque lo que importa es la apariencia, y la moda dicta reciclar y reutilizar las bolsas de plástico. También irse de vacaciones con Easyjet y ampliar aeropuertos, pero eso da igual porque Utopía ya está en construcción.
Es posible que este sea el comienzo de una cadena de ciudades temáticas que potencien valores civilizados en peligro de extinción, “La ciudad de los modales”, donde se reciben multas por no ceder el asiento a embarazadas en el autobús e impuestos extraordinarios a los que escupen cuando hablan. Las hojas de reclamación no existen y es obligatorio llevar sombrero, para poder alzarlo al paso de las damas. O “La ciudad de la fidelidad” dónde es obligatorio… mejor no empiezo.
Orwell se recluyó en Jura para escribir 1984. Dramática y despopulada, la isla ofrece el entorno perfecto para la soledad, un concepto asociado a la creatividad, la inspiración y la concentración. Tolkien eligió Sutherland para crear esos mundos fantásticos. La fórmula resultó perfecta, tanto que tras su obra esos parajes parecen dotados de magia, como si el autor en sí fuera el responsable de la belleza de las tieras altas. Un momento estás en la Mordor, pero cuando desciendes la colina, te hallas en Eriador. No hay duda de que el entorno es definitivo, no solo a la hora de crear algo, sino que afecta directamente nuestro ánimo.
Las ecociudades deberán penalizar la cercanía de vacas y ovejas, así como evitar la población estudiantil, dada a utilizar lacas y a consumir pizzas congeladas. Los supermercados deberán de vender productos sin envoltorios y los botones de las camisas, serán de piedra. El alumbrado local habrá de ser inexistente, con lo que en invierno a partir de las tres, volver a casa será un ejercicio de adivinación. Panorama no muy diferente al de mi nuevo barrio, las 3000 viviendas de Escocia o La Barriada El Príncipe de Ecosse.
El alumbrado desapareció de la noche a la mañana, un avispado cultivador de marihuana local se dio cuenta de la elevada potencia de las bombillas, y con una escalera de mano se paseó calle arriba calle abajo. De vez en cuando tenía que dar un salto para no tropezarse con las latas de cerveza y alubias acumuladas durante meses en las aceras. Son arrojadas por los vecinos desde sus ventanas cuando el depósito de basura está lleno. El ayuntamiento ya no las recoge, a finales de año derriban los edificios, y se alean junto al olor a orín rancio y humedad verdosa creando un aroma genuino y autóctono.
Uno de los council states más peligrosos de la nación, tiene la epidermis de una atrocidad británica sesentera. Brutalismo de cemento olvidado y condenado a la marginalidad desde que en sus días se inauguró como viviendas para los trabajadores del gas. Los 80 fueron una buena década para la música y la moda, pero en este furor nos olvidamos de la cara amarga tatcherista, y en la epidemia de heroína que acabó con los adolescentes. Pocos sobrevivieron la plaga, se nota en la escasez de cuarentaytantos. Los que quedan se refugian como sombras en el bar local, el Gunner, fumando y hablando de las peleas de entonces, cuando las armas no contaban con una presencia tan dominante.
El camello local es mi vecino de abajo, sus clientes pululan como almas en pena por las escaleras y desaparecen rápidamente; son siempre muy educados y dan las buenas noches. El fin de semana pasado mi vecino y su novia se fueron a una rave institucionalizada y me preguntaron si me importaba hacerme cargo de los perros, dos bulldogs albinos. Les dije que sin problema y me tomé la labor de canguro con gran responsabilidad, me los llevé a la playa, los bañé y hasta les compré un pollo de goma.
Pero mi vecino no volvió. La policía encontró tres mil pastillas en sus bolsillos, así que no lo veré durante una temporada larga. Esa misma noche, alguien le quemó la scooter que tenía aparcada fuera del portal. Si hubiera decidido quedarse en casa habría evitado las llamas, porque tiene la calle entera bajo vigilancia electrónica con cámaras conectadas a la televisión. Lo que sucede en la vía es un canal más. También hubiera evitado la cárcel.
Creo que esto responde a algún mail que he recibido preguntando por mi ausencia. Cuando me translade a una ecociudad gubernamental comenzaré a escribir poesía, de momento, estoy demasiado ocupada siendo la protagonista de una película de Mike Leigh.
6 Comments:
Con lo aleatorio de mis actuales saltos a la burroesfera, pasar por aqui y encontrarme con esta narracion ha sido un soberano regalo. Que lo siento por la parte que le toca, pero es que como lector es impagable...
(hace un par de dias me zampe Control, y desde el primer momento, y ante lo desaprovechado del blanco y negro de Corbijin, no dejaba de preguntarme por que no aprovechaba la fisionomia de la urbe como un concepto depresivo mas. Llegue a plantearme que me habia hecho una idea equivocada, pero no, no...)
Por favor, un reportaje fotográfico del barrio. Supongo que será parecido al que sale en la peli Red Road, no?
Goio, Control es estupenda, qué dura es la fama! ;)
Ernesto, uriosamente estoy trabajando en ellas, solo que me está costando más de lo que esperaba.
Joder!!
Mándeme una invitación para la premier de Leigh (que siempre me ha gustado) y algo del reportaje... ;)
Por cierto, qué maravilla de post...mereció la pena esperar, usted es la guionista de la peli, verdad?
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