Feminismo?

El obispo y filósofo George Berkely mantuvo durante el siglo XVIII que la realidad física no existe. Los objetos no existen, son sólo percibidos: Es decir, este blog, por ejemplo no está formado por las letras que yo estoy tecleando ahora mismo, sino que se forma en la mente de los lectores a partir de las sensaciones de agonía, pena o molestia que éste despierta. Una teoría que a pesar de indignar a la inteligente sociedad dieciochesca, me resulta más válida que la utilizada por algunas feministas, que basan sus creencias a partir de una realidad inventada.
Ante todo, disculpadme. Odio las discusiones sobre la "guerra de los sexos", y si por desgracia en alguna ocasión me veo envuelta en ella, mi actitud es silenciosa: Si dijera en voz alta lo que realmente pienso de la patética y eterna lucha sexual, iba a provocar más de un disgusto, y eso no es educado.
Ayer, leyendo el Observer me encontré con un artículo que defiende Knocked Up como una película feminista. Resulta que como trata cuestiones "femeninas" secundariamente y el género masculino está representado por actores poco atractivos, la periodista llega a la conclusión de que estamos ante un arma cargada de derechos de la mujer. Si tomamos esta teoría como cierta, entonces películas como Mean girls son feministas porque retratan los problemas diarios de la mujer, como la dificultad de encontrar una laca de uñas de un tono acertado.
La femeneidad está llena de las contradicciones de toda ciencia oculta, pero seguimos empeñándonos en limitarnos por medio de definiciones absurdas, buscando siempre las diferencias entre géneros. Fíjense en la cantidad de descripciones opuestas que el oráculo Google nos proporciona: Las mujeres somos más valientes, pero también somos más sensibles, fuertes y débiles a la vez, vulnerables pero atrevidas, previsoras pero incautas... Estamos confundidas por la cantidad de dilemas incompatibles: "Ey, capullo, no me llames nena" y "Hoy es el mejor día de mi vida. Por fin he encontrado un sujetador que me ensalza el busto". No sabemos si queremos dominar o ser dominadas, y en la perplejidad de la duda nos reafirmamos en el "instinto maternal". No tenemos más que a nosotras mismas que culparnos de estas ambivalencias.
No, yo no soy feminista. A lo largo de los años se ha despertado en mí una curiosidad distante, pero no quiero que se me relacione con un grupo de histéricas y peludas conservadoras que hacen campaña contra el porno. A mí me gusta fantasear y para este grupo de señoras es un crimen. Para muchas de ellas la superioridad de la mujer reside en nuestra capacidad multifuncional, que se toman como un superpoder sobrenatural, como si fuéramos capaces de lanzar rayos con los ojos.
Odio la victimización y la búsqueda de culpables de una supuesta inferioridad, justificando nuestra "femineidad" y arropándonos de sensibilidad, porque adoptamos esa postura como quien se hace socia de un club de dardos porque a su novio le apasionan. Se adopta porque hay que hacerlo, sin reflexión ni consideración, pero es tan inherente a nosotras como el color rosa. O como las películas que retratan las incompatibilidades entre la maternidad y el mundo laboral. Pura femineidad.
Es que a veces, me indigno.