Tócala otra vez, Sam
I hate how white people always try to take credit for something after they discover it. Like it wasn’t happening before they found out about it – which most times is always late, and they didn’t have nothing to do with it happening. Then, they try to take all the credit. […] That kind of dishonest shit makes me sick to my stomach. And when you speak out on it or don’t go along with this racist bullshit, then you become a radical, a black troublemaker. Then they try to cut you out of everything.
Miles Davis, Dorsey, 1997, p. 12
La figura del proxeneta de traje púrpura y sombrero de copa es un esteretipo común de la raza negra en el cine. Pero no es el único. Está también el del criminal callejero o el secundario cómico. Si bien recientemente y gracias al esfuerzo de ciertos actores y directores, la representación del afroamericano en el cine está cambiando, el camino hacia una igualdad es largo y lleno de obstáculos.
En el género musical, los actores negros siempre representan el secundario talentoso que canta o baila con un virtuosismo extraodinario. O si nos referimos al biopic de un músico blanco, en ese caso la figura del negro pasa a ser la del antagonista, personaje soberbio y arrogante que compite con el protagonista.
El argumento es siempre el mismo: Tenemos al joven artista caucásico que intenta abrirse paso en la abarrotada escena musical. Para demostrar su talento, no es suficiente escuchar su pericia de interpretación, hay que contrastarla con la de otros músicos, y es entonces cuando interviene el músico negro. Es una aparición estereotipada condenada desde el principio, sabemos en cuanto lo vemos entrar en escena, que será ridiculizado. La única sorpresa va a ser el cómo.
Es una apropiación de género en la que los verdaderos innovadores en música son relegados al papel de reparto. Quizá sea porque la supremacia blanca no pueda aceptar que alguien sea mejor que ella, o quiza es una adquisición metafórica de algo que, como la música, apasiona y fascina. Así a simple vista, la explicación resulta bastante lógica e inocente, pero en mi opinion esconde no solo una tremenda expresión de poder sino una manipulación indecente de la Historia. Es una justificación rastrera a la ausencia de creaciones blancas.
Para demostrar esta teoría, cuatro ejemplos:
-La leyenda del pianista en el oceano (Giuseppe Tornatore, 1998) El personaje de 1900 posee una habilidad innata para tocar el piano. El virtuoso músico interpreta en su barco, de Puerto en puerto y su fama se extiende tanto que un día, el mismísimo Jelly Roll Morton lo reta en duelo de concierto. Al principio 1900 rechaza entrar en el juego, y adopta una postura no competitiva. Si fuera un partido de tenis, habría tirado todas las bolas fuera de pista a propósito. La razón es simplemente que no lo necesita, que está disfrutando tanto con la música del maestro que ganar o perder es algo secundario, él está por encima de toda competitividad. Hasta que la actitud sobervia del creador del jazz le saca de sus casillas y le da un repaso al piano que casi termina en llamas ante un público boquiabierto. Morton sale del barco humillado.
-Nueva Orleans (Arthur Lubin, 1947) Aqui tenemos la historia de una pobre ingenua cantante de ópera llamada Miralee Smith que un día descubre el jazz y se enamora de tal forma que decide cambiar el rumbo de su carrera para dedicarse a este género. Louis Armstrong, en su papel de malvado se encarga de recordarle que se encuentra en el entorno equivocado, y desde este momento, la película toma un carácter de supervivencia: Se transforma en una reflexion sobre el triunfo personal en un ambiente hostil. Billie Holiday tiene un cameo en la que sería su única incursion en el cine, como sirvienta de Miralee. Y la verdad que dá lástima, con su delantalito cantando con esa melancolía. Lo que queda claro a lo largo de la cinta es que la interpretación de la cantante blanca es superior a la de ésta. Es casi denigrante que a alguien se le haya ocurrido darle ese papel a un talento como el de Holiday, es una burla de mal gusto.
-Great ball of fire (Jim McBride, 1989) Ah, esa bella oda a la pedofilia y al incesto que es Gran bola de fuego. Era otra época, era otra época… No hace falta que narre el argumento, iré al grano: Hay una escena en que Jery Lee Lewis, algo mosca por telonear a Chuck Berry, comienza a tocar para una audiencia que no es suya, pero termina conquistando sus corazoncitos, sobre todo cuando se desmelena y le prende fuego al piano. Después, mira con desprecio a Berry que está plantado en el escenario con expression incrédula y dice algo asi como: “el público es todo tuyo”. Chuck Berry contra Jerry Lee Lewis? De veras es necesaria la comparación? Porque si lo fuera, este ultimo tendría todas las de perder, non?
-8 miles (Curtis Hanson, 2002) Bueno, bueno, aqui tenemos nada más y nada menos que al wiggar Eminem, un ser que nació con un color de piel que no le correspondía. Es un Michael Jackson pero a la inversa, es un madafackr wanna be black. Y como no puede, por falta de recursos o exceso de dignidad, pues los critica. Es como cuando de pequeña me peleaba con los chichos que me gustaban, si no van a ser míos, pues me meto con ellos. Y eso es lo que Eminem hace, los tacha de bullies, de matones. Pero al final, él es mejor rapper.
Y ya esta, tengo mas cosas que decir, pero estoy cansada de escribir y estoy enferma con una gripe viral horrosa. Me piro a la cama.