A dios rogando
Mi camello descubrió a dios hace tres semanas. Yo al principio pensé que se trataba de un mal viaje temporal y se le pasaría en un par de dias, pero no ha sido así y si la culpa la tiene el smack, las repercusiones parecen ser de a largo plazo. Ya no cuenta historias divertidas de cómo consiguió escapar de la policía en bicicleta, ahora vende drogas con mensaje, habla de dios y de sus planes de salvar Africa: "El cambio climático va a acabar con ese continente", dice apuntándonos con el dedo, de pie en el centro del comedor, mientras nosotras lo miramos desde el sofá, donde estamos recostadas. "Y sin embargo el norte de Escocia está desierto, las Highlands son un terreno enorme y vacio. Mi idea es traerlos aqui y darles una caja de cerillas, ellos no necesitan más para vivir".
Ante este tipo de circunstancias siempre me planteo las dos opciones de reacción posibles: por un lado quiero sacudir su fantasía con una bofetada de realidad, quiero decirle que su teoría no tiene donde sostenerse, quiero gritarle, para ver si sale un poco de sentido común. Pero normalmente adopto la otra opción, la de asentir a todo y animarle con su lucha. Al fin y al cabo todo lo que tiene son buenas intenciones, ya bajará del árbol cuando sus cartas a Gordon Brown obtengan la misma respuesta que mi carta de amor infantil a Michael Laudrup. Porque eso es lo que tiene planeado, siguiendo los consejos de su mentor espiritual, va a entrar en comunicación con las altas esferas políticas via correo, "Y si no, le mandaré un mail".
Probablemente en su cerebro alcanzar el status de personalidad pública es tan fácil como convertirse en el mayor dealer local. Si ha conseguido cierta relevancia en el barrio, conquistar la nación es coser y cantar: "Todo funciona a a base de contactos, y yo conozco a mucha gente". Y no miente, es impresionante la rapidez con la que consigue cualquier cosa. El otro día le pedí un casco para bici y en menos de una hora lo tenía en casa con dos para que eligiera el que más me gustara, chalecos reflectantes, baterías de moto, reproductores de DVD y mixers. Nombren cualquier disparatado objeto, es como un FNAC de piezas robadas.
Lo que me preocupa son los límites: "Seré recordado como el hombre que salvó Africa." Y al decir esto mira al horizonte y yo lo visualizo con una túnica blanca y la corona de laurel sobre la frente, como Perón. Ayudar gente es un gesto inútil en el caso de sus aspiraciones, pero bello. Los delirios de grandeza y poder son algo más alarmantes, a saber hasta donde llegan sus visiones de poder y conquista, Africa primero, Asia después.
Y mientras todo esto pasa por mi cabeza, me hundo aún más en el sofá. Quizá lo vote como presidente.
Ante este tipo de circunstancias siempre me planteo las dos opciones de reacción posibles: por un lado quiero sacudir su fantasía con una bofetada de realidad, quiero decirle que su teoría no tiene donde sostenerse, quiero gritarle, para ver si sale un poco de sentido común. Pero normalmente adopto la otra opción, la de asentir a todo y animarle con su lucha. Al fin y al cabo todo lo que tiene son buenas intenciones, ya bajará del árbol cuando sus cartas a Gordon Brown obtengan la misma respuesta que mi carta de amor infantil a Michael Laudrup. Porque eso es lo que tiene planeado, siguiendo los consejos de su mentor espiritual, va a entrar en comunicación con las altas esferas políticas via correo, "Y si no, le mandaré un mail".
Probablemente en su cerebro alcanzar el status de personalidad pública es tan fácil como convertirse en el mayor dealer local. Si ha conseguido cierta relevancia en el barrio, conquistar la nación es coser y cantar: "Todo funciona a a base de contactos, y yo conozco a mucha gente". Y no miente, es impresionante la rapidez con la que consigue cualquier cosa. El otro día le pedí un casco para bici y en menos de una hora lo tenía en casa con dos para que eligiera el que más me gustara, chalecos reflectantes, baterías de moto, reproductores de DVD y mixers. Nombren cualquier disparatado objeto, es como un FNAC de piezas robadas.
Lo que me preocupa son los límites: "Seré recordado como el hombre que salvó Africa." Y al decir esto mira al horizonte y yo lo visualizo con una túnica blanca y la corona de laurel sobre la frente, como Perón. Ayudar gente es un gesto inútil en el caso de sus aspiraciones, pero bello. Los delirios de grandeza y poder son algo más alarmantes, a saber hasta donde llegan sus visiones de poder y conquista, Africa primero, Asia después.
Y mientras todo esto pasa por mi cabeza, me hundo aún más en el sofá. Quizá lo vote como presidente.
8 Comments:
Los delirios de grandeza son los mejores delirios. Contaba la madre de Sarkozy en una entrevista que cuando su hijo tenía 7 años otro le tocó la cabeza y el pequeño Nicolás contestó: "¿Qué haces tocándome?, ¿no vés que yo seré el presidente de la República?".
Si Nicolás lo consiguió, ¿por qué no tu camello?
A veces me pregunto hasta donde pude llegar el gengiskhanismo globalsolidario y no consigo encontrar respuesta...
Empiezo a dudar ¿serán malas las drogas?
Unbeso, Miriam G.
A esos los pinchas con un alfiler y se hacen trizas en un dos por tres.
y yo que la imagino a usted hundiéndose cada vez más en el sofá mientras suena: Oh it's such a perfect day,
I'm glad I spent it with you.
Oh such a perfect day,
You just keep me hanging on,
Es algo patético escuchar a alguien contar un proyecto absurdo. Al menos cuando uno esta sobrio.
Me ha quedado la imagen de Peron con la sabana y los laureles. Por suerte no llego a incendiarnos.
Hola!
Me quito la gorra ante este brillante post.
Xapó, señorita.
He dicho.
grasias, bonico ;)
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