Thursday, September 28, 2006

La mueca

La culpa de todo la tiene el índice de criminalidad escocesa. Si los chóferes de autobús pudieran trabajar sin el miedo al asalto, no se habrían instalado cámaras y pantallas en la parte superior de los autobuses double decker, y yo hoy seria la persona feliz y despreocupada que acostumbraba.
Volvía del aeropuerto a casa recostada en un cómodo asiento cuando mi mirada se detuvo en las pantallas que graban el interior del autocar, justo cuando la cámara me enfocaba fugazmente. La imagen reflejada era sin duda la mía: reconocí mi pelo, mis ojos y las costuras de mi camiseta roja. Todo correcto excepto por un pequeño detalle que capturó mi atención. Una horrible mueca en la que jamás había reparado tornaba las comisuras de mis labios en dirección al suelo y convertía mi expresión no ya en tristeza sino más bien en aversión y desprecio.

Debía de ser un error, un efecto óptico, así que esperé ansiosa a que la cámara volviera a enfocarme procurando no mover un músculo facial. La espera de unos 40 segundos se me hizo eterna, y cuando por fin llegó el momento, ese desagradable arco del fracaso seguía ahí, permanente y bragado, como una burla a mis amarguras. La curva de la infelicidad repentina.
Daros cuenta de mi espanto doriangrayesco ante el descubrimiento de un rasgo inexistente esa mañana. Estudié todos mis movimientos desde que me había despertado, mi desayuno, la ducha y mi reflejo en el espejo mientras me peinaba y secaba. Nada anormal, todo correcto, una boca en perfecta línea recta.
Se me ocurrió cambiar de táctica y hacer un esfuerzo por sonreir a la cámara. Para cuando el intervalo en el que se filmaba mi rincón llegó, aquella mueca no me había abandonado, ese ademán impertinente me sometía a pesar de mis esfuerzos. “Condenada a la amargura eternal!”, pensé.
Miré a mi alrededor, quizá alguno de los presentes estaba siendo testigo de mi cambio. Desperdigados por este segundo piso, cuatro pasajeros ocupaban conmigo la parte superior, una rubia preñada, una pareja joven que discutía en una lengua extranjera y un chico con uniforme de azafato y cara de no tener deudas. Ninguno de ellos parecía advertir nada raro.
Se me ocurrió que quizá mi boca, en un alarde reivindicativo había adquirido la autonomía e independencia de mi voluntad. Se había emancipado y ahora actuaba por decisión propia. Absorta en esta idea me hallaba cuando el enfoque de la cámara me señaló por cuarta vez y mis teorías cobraron sentido. Esta vez mi boca se había despegado de la parte inferior de mi semblante dejando tras de sí una pulida barbilla. Suelta y libre, flotaba a la altura de mi nariz y ascendía, lentamente, luciendo aún esa maltita elipse ya convertida en un símbolo de mofa. “Mi boca me ha abandonado!” quise decir sin éxito. En un impulso del que aun me arrepiento me llevé las manos a la cara, intentando frenar los vaivenes de mi rebelde órgano. A cambio, recibí un punzante mordisco en el dedo índice.
De lo que ocurrió a continuación apenas tengo recuerdos. Un dolor intenso en la zona ocular y negro, todo negro. Quizá las cintas de las cámaras contengan más información de la que yo pueda proporcionar, yo debí caer inconsciente. La siguiente memoria que tengo ya no contiene imágenes, solo sonidos. La preñada está gritando, sé que es ella porque dice algo sobre perder su bebé. Mi tez está humeda y el dolor persiste, intenso. Unas manos intentan ayudarme y alguien me dice algo, pero en un idioma que no entiendo.
A tientas bajo las escaleras del autocar y abandono la escena.
Ahora tengo boca de nuevo, pero no sé si esa mueca sigue ahí.
No veo.

7 Comments:

At 2:37 PM, Blogger Virrey Mendoza said...

Pues sí, amiguita, esos son los efectos secundarias de intentar imitar el acento escocés. También suele pasar bastante en Liverpool, si lo intentas con el scouser!

So, fuj-offf!!! american english rules!!

 
At 2:38 PM, Anonymous Anonymous said...

vaya pedazo de relato.

 
At 2:42 PM, Blogger Horrorscope said...

¡Qué aventura!

 
At 2:57 PM, Blogger Pussy Galore said...

este post lo he tenido que dictar :)

 
At 3:02 PM, Blogger Markitos said...

Yo suelo tocarme cuando me miro. Fetichismo egomaníaco. Aunque soy muy fotogénico.

 
At 6:15 PM, Anonymous Anonymous said...

Ánimo, podría haber sido mucho peor.

 
At 10:46 AM, Blogger Higronauta said...

Bella narración que ha conseguido ponerme los pelos como escarpias. Felicidades.

 

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