Friday, May 13, 2005

Mentiras arriesgadas

No me molesta quebrantar las normas en el trabajo. Incluso me divierte y lo practico a menudo, por ejemplo chequeo el mail constantemente, miento en las horas de entrada y salida y presto libros a estudiantes con deudas elevadas (yo misma soy una gran morosa en bibliotecas). Lo que me altera profundamente es que me tomen por tonta. Debo de tener algun tipo de trauma infantil, y el hecho de haber sido rubia tanto tiempo no ayuda lo mas minimo, pero me pongo muy violenta cuando alguien me intenta tomar el pelo en el trabajo, especialmente si son estudiantes y tienen pinta de pajilleros. Que un estudiante venga a quejarse porque en los ordenadores de la biblioteca no se haya podido instalar en messenger me parece de una ingenuidad muy tierna, pero que alguien me diga que necesita el messenger por asuntos relacionados con un trabajo de clase me crispa los nervios, ya de por si muy danyados. Lo mismo con el tema auriculares: que escuchar musica es una cuestion vital para el trabajo de investigacion sobre algas me suena un poco raro, aunque no hay necesidad de darme ninguna explicacion, pero que una vez conectados pueda escuchar desde la otra punta de la sala las letras de las canciones hardcore me hace pensar en el crimen publico. Que se devuelva un libro tarde es comprensible; pero negarse a pagar la multa de £1 debido a la ruina que le ha llevado pagar la factura del hospital, en el que el unico pariente que le queda (que resulta ser subnormal) esta ingresado debido a un accidente, es un insulto.
Hoy me he encontrado un par de ventanas porno en un ordenador de la sala que ya estaba desocupado. He dejado una nota en la ficha del estudiante que lo estaba utilizando exigiendo explicacion. Muero de ganas de saber cual va a ser la excusa esta vez.

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