Bajo el signo del alcohol
Hoy no voy a hablaros de mis borracheras, sino de las borracheras de otros porque, sabeis? yo no soy la unica que se pone como una cuba. Hoy he venido a hablaros de las propiedades curativas del alcohol y de cómo los efectos del alcohol han ayudado a muchos a crear. Sin él éste seria un mundo muy diferente, lleno de gente aburrida y con muchas muchas menos obras artisticas que disfrutamos y nos ayudan a ser mejores personas.
Si, el alcohol ha sido el colaborador anónimo de muchas de nuestras novelas favoritas. El viernes, sin ir más lejos se estrena la película Factotum, basada en la novela homónima de Charles Bukowski, una autobiografia de los dias de whisky del escritor hasta rozar la muerte, en un desesperado intento de emular a su preciado Hemingway. El escritor de Adios a las armas, que comenzó a beber a los 13, desayunaba tea con gin cada mañana lo que, al igual que Bukowski nunca debilitó su calidad literaria, como dicen que sucedió con Poe, Fitzgerald, Behan o Thomas. “El vino es el autor de la mayoria de mis escritos” reconocia Chinaski.
Pero esto no es nuevo. En Roma existia el vinculo vino-musa. Bebian en honor a Dionisos bajo la creencia de que el alcohol te daba el don de hablar distintas lenguas y ver a traves de los ojos de la sabiduria.
“Mantente siempre borracho”, decia Baudelaire. “Si no quieres sentir el horrible paso del tiempo sobre tus hombros, aplastándote contra el suelo, bebe continuamente”. La aversión antiburguesa de principios del XX a las convenciones, racionalismos y códigos de conducta colmó los cafés de Paris de escritores británicos que rechazaron la moral de los dias de prohibición de la postguerra.Waugh, Joyce, Sinclair, Lewis, Parker y otros disfrutaron de su máxima creatividad entre borracheras y cierta libertad que su pais de origen no les proporcionaba. Otros han encontrado en este modus vivendi una justificación para su alcoholismo. Es el caso del escritor canadiense Donald Newlove, que en su autobiografía Those drinking days cuenta cómo, fascinado por la vida de Thomas Wolfe (que a su vez admiró a Joyce) comenzó a beber para experimentar lo que se puede hacer con el lenguaje en un estado límite.
A finales de 1970 el psiquiatra Donald W Goodwin realizó un estudio sobre los grandes pensadores del XX y el resultado fue que un 71% de ellos bebia en exceso. Concluyó diciendo que escribir requiere de cierto exhibicionismo, curiosidad y seguridad personal, que son cualidades fácilmente alcanzables por medio del alcohol. De este 71%, algunos como Jack London han reconocido su adicción. Truman Capote completó American Prayers en estado de ebriedad y asi hizo Jean Strafford.
Yo pertenezco a la corriente teórica que afirma que el alcohol ayuda a poner ideas en las cabezas adecuadas. La bebida energetiza la imaginación. Los Beat serian un buen ejemplo, pero esto forma parte de otro post: bajo el signo de las drogas.
6 Comments:
Y si fuera al reves? Y si lo unico que ocurre es las personalidades creativas son las que necesitan el alcohol?
Yo lo digo solo por meter el dedo en el ojo, vamos.
Eso me convierte en artista! Gracias por la sugerencia.
Curioso trabajo de investigación...
Soy pro alcohol, sin duda; vamos, una borracha convencida, pero hay mucho borracho sin la más minima capacidad para emocionarse con el arte.
¿Debería beber para realizar mis proyectos arquitectónicos como me indica mi tutor de fin de carrera? Es un dilema, y tras leer el post, más. ¿Qué debo hacer?
Si su tutor lo dice...
Por si deseas información adicional al respecto, ahí van algunas citas que he recopilado en los últimos años: “...la embriaguez alcohólica, controlada hasta donde sea posible, es un método de conocimiento cultural y de interpretación del mundo en general, absolutamente imprescindible. Los que no han bebido nunca podrán saber jamás come è fatto is sapere, al decir de Leopardi, ni qué clase de animal de artificio somos los hombres desde aquel remoto viaje del dios Dionisios a las lejanísimas tierras del Indo”. Carlos Barral, prólogo a la edición en castellano de Die legende vom heiliegen Trinker, de Joseph Roth. Malcolm Lowry, el atormentado autor de Under the Vulcano, llegó a enunciar la única esperanza de su vida de este modo: "the only hope is the next drink", y añadió que "our ideal life contains a tavern". William Faulkner, cuya afición al whisky –y al martini– era proverbial, llega a establecer un vínculo íntimo entre el origen de la civilización y las técnicas de destilación, "Civilization begins with distillation". En La chandelle verte, Alfred Jarry va más allá y muestra su estupefacción por la existencia de seres abstemios: “… les antialcooliques sont des malades en proie à ce poison, l'eau, si dissolvant et corrosif qu'on l'a choisi entre toutes substances pour les ablutions et lessives, et qu'une goutte versée dans un liquide pur, l'absinthe par exemple, le trouble” .
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